Abracadabra (cuarta parte)




Un día de esos en los que el viento del mar me había trastornado decidí acercarme a la casa encantada, cruzar la peligrosisima carretera donde según contaban los mayores habían muerto una docena de niños atropellados, otra media docena que lo consiguió había sido devorada por una jauría de perros salvajes que esperaban a los niños al otro lado. solo uno estuvo muy cerca, pero fue perseguido hasta el fin por un toxicómano con una jeringuilla. Pero todo esto era muy pequeño para la emoción que representaba estar enfrente de un fantasma, así que cruce la carretera (en ese momento misteriosamente no había ningún coche) me cole entre los barrotes de la valla metálica blanca y una vez frente a la puerta respire hondo, la empuje y...

— Te digo que se puede abrir... he estado allí, la he empujado, le he dado una patada y casi la abro, pero algo desde dentro me lo impedía, tienes que convencer a los demás — así hablaba con uno de mis amigos sin dudar ni un momento de su participación en mi enloquecida empresa.
— Vale, pero tenemos que avisar a los demás, podemos ir esta tarde cuando todos duerman la siesta...
— Yo creo que tenemos que ir ahora a hablar con Carlos y seguro que vendrá.

Así que en menos que canta un gallo estábamos trepando la valla de la casa de Carlos, tambien podríamos haber entrado por la puerta pero nos gustaba trepar, eramos así.

— ¡Carlos! Tienes que venir, hay una casa, y fantasmas,  la puerta esta abierta, bueno se puede abrir, le ha dado una patada y dentro creemos que hay un lobo...

Nuestro amigo Carlos era lo mas parecido a Felipe de Mafalda y Manolo... Bueno hay que decir que tambien era muy parecido al Manolo de Mafalda... y yo... bueno yo me parecía a mi mismo.





Allá que nos fuimos los tres. Realmente no se como pero convencimos a Carlos para que viniese. Cruzar la carretera fue realmente una odisea a pesar de que no habían coches porque a mi me parecía ver toxicómanos por todos lados, ocultos entre el follaje...
Pasamos la verja y nos situamos frente a la puerta, la empujamos y no se movió:
— Alguien dijo que esto estaría abierto— Soltó Manolo bastante molesto.
— Empujemos entre los tres.
así que empujamos pero sin ningún esfuerzo esta vez la puerta se abrió de par en par, una vez mas conteniendo la respiración entramos en la casa y detrás de nosotros la puerta se cerró con un portazo.


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