Ayer y hoy, historias de la calle






Cuando empezaba a tocar en la calle me sentaba en cualquier lado en donde tuviese una resonancia aceptable y donde la gente fluyese como en un río. Me sentaba y tocaba y muchísimas veces no ponía la gorra o la funda porque mi intención sencillamente era aprender, era vivir la experiencia de convertir la calle en escenario.

De esto han pasado muchos años y Valencia ha cambiado muchísimo, ahora os explicare porqué.

Os invito a vivir conmigo un día de aquellos.


Salgo de casa, de aquella casa donde hubiese dormido, pongamos por ejemplo la inexistente casa de la palmera del Cabañal. Con mi guitarra en la espalda. Me dirijo al centro y elijo sentarme en la calle sombrerería, junto a la tienda de disfraces que tampoco existe ya, mas que en la memoria de quienes relacionamos aquella esquina inexorablemente con aquella preciosa tienda de disfraces. Me siento en mi taburete y comienzo a cantar por ejemplo "confesiones de invierno" de Charly Garcia, La gente pasa, muy pocos se detienen, solo los niños y enseguida son llevados por las madres hacia un futuro incierto de atención a lo impropio. Alguien pasa y escupe en la funda de mi guitarra pero cuando me doy cuenta ya esta lejos, extraña costumbre la mía de tocar con los ojos cerrados. Aquel día me llevó a escribir este poema:


Tríptico de una calle y una guitarra




Algunas veces, cuando me siento en la calle sombrerería -por 

ejemplo- los peces que miran a mi orilla -antes de que se los lleve 

la corriente- me envían un satélite de baba o un trozo de metal por

 desayuno, o toda una oficina en las pupilas. Algunos me envían 

frio. Hay peces que no son peces, pero no lo saben, estos se 

detienen y la corriente sigue sin ellos, salen del río y se sientan


 conmigo a recordar la Alhambra o a practicar un poco de 

gymnopedia. El otro día llegó hasta mí, una sirena que flotaba 

dentro de un vestido de seda verde y que decía que su pluma era 

un 

regalo de Venus.


Me dijo que no tenía suficiente para pagarme, que nunca tendría 

suficiente y le pedí que me dejase apoyar mi cabeza en su pecho o 

simplemente un abrazo. Los químicos temblaron y los físicos se 

taparon los ojos, los peces que pasaban iban mas despacio; 

alguien amagó un estetoscopio y censuraba mi falta de metrónomo

 en el gesto; las farolas se apagaron y los peces se marcharon 

hasta



el 

fondo.









En cierto momento aparece una pareja de policías y me dicen que
no puedo tocar allí, parece ser que alguna ley lo prohíbe. Les
pregunto que si estoy molestando a alguien puesto que ni siquiera
llevo micrófono y me dicen que ellos cumplen ordenes y que si no
me voy me quitarán el instrumento. Recojo mis cosas y me marcho
a otro lugar, no sin antes observar la impotencia de la gente alrededor que tampoco entiende a quien podría molestar con mi
guitarra y mi voz. Me siento tranquilamente a tocar en la plaza de
la virgen, en esos escaloncitos donde a las doce del mediodia da una suave luz que con la brisa del otoño se parece mucho a la gloria.


Sencillamente me siento con mi guitarra, a cantar para mi y para el
sol a practicar en ese espacio tan hermoso.
Al cabo de cinco minutos llegan cuatro policías (para quien haya
intentado cualquier expresión artística en la calle en aquellos
tiempos sabrá que no exagero e incluso que me quedo corto)
Se sitúan a mi alrededor y me dicen que no puedo tocar allí, que
esta prohibido hacer cualquier actividad en la vía publica
(empezaba a entender que estaba en una dictadura silenciosa pero
no comprendería hasta muchos años después que era lo que se
cocinaba en las cloacas de la ciudad y que tanto peligraba
ante cualquier ser propio-pensante)
No sabía lo que era pero sabía que era algo muy gordo.
Recogí mi guitarra y me marché para sentarme en
un banquillo del parque del Parterre a tocar tranquilamente sin que
esta vez nadie me dijese nada, a estas alturas mi único objetivo
consistía en poderme concentrar un rato en mi guitarra.
No llevaba ni diez minutos cuando se detiene un coche de policía y
sin bajarse del coche, desde la carretera, me gritan que no puedo estar allí. -¿pero entonces donde puedo tocar? su respuesta fue terrible:

-no puedes estar en ningún sitio.


Y así y viendo como cerraban y tapiaban míticos centros culturales
de la ciudad, robaban instrumentos de amigos que tocaban en las
calles (hasta el punto de que uno de ellos lo recuperó hace muy
poco) me sentía poco menos que como un delincuente fuera de la
ley por sencillamente tocar un instrumento, y por otra parte como
un guerrillero de la bronca subterfugia.


Como resolución decidí que si no me dejaban tocar en la calle y en
vista también de que arreciaba el frió los cajeros automáticos
serían pues unas maravillosas salas insonorizadas y ademas
con calefacción en las que ademas al mismo tiempo que estudiaba
hacía un maravilloso acto poético: convertir un lugar muerto en
una improvisada y efímera sala de conciertos, pero esto es otra
historia sobre la que en algún momento me extenderé.


Y ahora volved a la foto de arriba y observad la situación,
ocho años después estoy tocando justo enfrente del ayuntamiento,
lo que habría sido tiempo atrás "el nido del águila" o mas bien "el
nido del buitre (con perdón para estos maravillosos y ecologistas
animales) acompañado por muchísima gente, por personas que
vivieron la misma represión que yo viví y que aquel día sintieron
que realmente la ciudad estaba empezando quitarse el polvo de los
siglos. Voy a mencionar a mi amigo Pable que fue deportado y quien sabe donde está, a mi amigo Mauri que se largo a Alemania en vista de que aquí no había nada que hacer. A quienes se largaron a otros lugares donde se les respetase y ahora son muy apreciados allí. Gracias a la Asociación Musicarte urbano en la que

participo, hemos conseguido entre todos una licencia (todavía deficiente) y una visibilización sin precedentes para los músicos de la calle valencianos. Hemos pasado de no poder estar en ningún sitio a estar mas que nunca en todos los rincones de la ciudad.









Creo que me voy a tocar, nos vemos en las calles,

 y ya sabéis nunca dejéis de hacer lo que sintáis. 






aquí podéis conocer mas de nuestra asociación:





http://musicarteurbano.wixsite.com/music/miembros


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