La delicadeza, los años, la guitarra... (Segunda parte)




En un edificio abandonado encontré una guitarra, es mejor no preguntar que hacía yo en aquel edificio abandonado. Era muy antigua, alrededor de la boca tenía unas incrustaciones de nácar como triangulitos que formaban un sol. La saqué de allí y le puse unas cuerdas nuevas. Su sonido era maravilloso, como sacado de otro tiempo y decidí llevársela a Vicente para que me dijera mas cosas acerca de ella, pero no lo encontré, así que entre en un locutorio y mientras miraba algo en Internet se me acerco un chico que insistió un rato en comprármela. Me negué. Aun no se porque pero no se la vendí, quiza se deba a que mientras me hablaba Vicente cruzo fugazmente por mi mente como en una epifanía mirándome con sus terribles ojos que parecían decirme: 

-¡No la vendas Carlos!.  

Cuando por fin lo encontré me volvió a preguntar por mi primera guitarra y le dije que tenía algo que mostrarle. Mientras la sacaba de la funda sus ojos se iban abriendo como platos, la cogió y la observo en silencio durante una eternidad. Luego me miró y me dijo:
-¿Carlos de donde has sacado esto?
No se como pude decirselo pero se lo dije:
-Me la encontré...
-¿como que te la encontraste? ¿donde se encuentra una cosa así? es una maravilla Carlos ¿alguien la ha visto? ¿te la han intentado comprar? ten cuidado, debes guardarla bien, yo te la guardaría pero mi casa no es segura... hay que repararla, le ha entrado humedad... pero todo tiene arreglo... no deberías haberle puesto cuerdas... Carlos esto es una maravilla... no la vendas.

En mi cabeza se arremolinaban los pensamientos. Tengo que recordar que yo era una especie de adolescente tardío con una sobredosis nihilista al cual todo equipaje le pesaba demasiado. Tenía planeado tirar todo lo que tenía a la basura, quedarme solo con aquello que pudiera conservar tras un naufragio y partir. Seguramente habréis adivinado que aquella guitarra era muy complicada de salvar de un naufragio, no sirviendo para nada mas que para ser protegida de misteriosos enemigos y como un lastre bastante grande. 

-¿ya te la han intentado comprar verdad?
Vicente me saco de mi amotinamiento mental
-Pues si...
-Lo sabía ¿cuanto te ofrecieron? ¿miles de euros? Carlos no la vendas... yo te la guardaría... te veré aquí dentro de dos semanas, tráeme las dos y las arreglaremos.

Pero no volví, aquella guitarra llegaba demasiado temprano ¿como podría apreciarla? la deje en la puerta de un luthier cinco minutos antes de que abriese su tienda, tapada con una telita purpura...

Después me fui a la estación, y me metí en el tren que iba mas lejos...




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