La delicadeza, los años, la guitarra... (Segunda parte)
-¡No la vendas Carlos!.
Cuando por fin lo encontré me volvió a preguntar por mi primera guitarra y le dije que tenía algo que mostrarle. Mientras la sacaba de la funda sus ojos se iban abriendo como platos, la cogió y la observo en silencio durante una eternidad. Luego me miró y me dijo:
-¿Carlos de donde has sacado esto?
No se como pude decirselo pero se lo dije:
-Me la encontré...
-¿como que te la encontraste? ¿donde se encuentra una cosa así? es una maravilla Carlos ¿alguien la ha visto? ¿te la han intentado comprar? ten cuidado, debes guardarla bien, yo te la guardaría pero mi casa no es segura... hay que repararla, le ha entrado humedad... pero todo tiene arreglo... no deberías haberle puesto cuerdas... Carlos esto es una maravilla... no la vendas.
En mi cabeza se arremolinaban los pensamientos. Tengo que recordar que yo era una especie de adolescente tardío con una sobredosis nihilista al cual todo equipaje le pesaba demasiado. Tenía planeado tirar todo lo que tenía a la basura, quedarme solo con aquello que pudiera conservar tras un naufragio y partir. Seguramente habréis adivinado que aquella guitarra era muy complicada de salvar de un naufragio, no sirviendo para nada mas que para ser protegida de misteriosos enemigos y como un lastre bastante grande.
-¿ya te la han intentado comprar verdad?
Vicente me saco de mi amotinamiento mental
-Pues si...
-Lo sabía ¿cuanto te ofrecieron? ¿miles de euros? Carlos no la vendas... yo te la guardaría... te veré aquí dentro de dos semanas, tráeme las dos y las arreglaremos.
Pero no volví, aquella guitarra llegaba demasiado temprano ¿como podría apreciarla? la deje en la puerta de un luthier cinco minutos antes de que abriese su tienda, tapada con una telita purpura...
Después me fui a la estación, y me metí en el tren que iba mas lejos...
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