Asimetría




Me dijo vengo —lentamente su mejilla derramada en mi pecho—, a venerar tu asimetría. Tu dislexia intermitente, tu cálido estrabismo de ver como amanece y no querer perderse como se va la luna. Vengo a bailar entre tu olor a junco y a romero. Lo duro de tus pies, la arcilla que a ratos te pigmenta, a ver que me relatan tus ausencias.
Le dije ven —los brazos lejos y alargados, como las manos, sobre el pelo de hilos vagabundos, llenos de trigo— déjame que, entre tus ortigas, tu hierbabuena, las piedras puntiagudas, los trozos de metralla de tu tierra, los trozos de azulejo y pedro anselmo tres metros hacía abajo aun con su cinturón de balas sobre el pecho,  algarrobo, me tumbe y sienta tu vestido, rasgado por la fuga, cosido por la mar.
Estas paredes —lo sé— estos muros que se caen a trozos, la cama llena del tiempo que pasó, no pueden retenerte mucho tiempo. Ni tu ni yo nos quedaremos atrapados como un ladrillo mas. Nuestros pies piden camino y no se si es el mismo, aunque mientras estemos aquí y podamos abrir los mapas sobre la alfombra, la arena y esas hojas que nadie sabe de donde han salido. Colocar un dedo sobre el mapa del mundo de nuestros pasos, volvernos a encontrar, no saber cuando, el dedo sobre la contradicción,  sobre el pulso mantenido contra la oscuridad. Mientras podamos sabes que cantaremos juntos.




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