El mismo tipo

La misma esquina. Donde se sentaba hará unos veinte años. El mismo tipo, la misma cara de vampiro, los ojillos mezquinos y mediocres, llenos de rencor quien sabe hacia que padre, hacia que madre, hacia que niños.
El se sentaba ahí, con todos los engendros de mi barrio. Los navajeros que nunca andaban solos, los cobardes de siempre, haciendo de esa esquina y de la calle un espacio a evitar por los vecinos. Con Pablo, subíamos a la azotea, si ellos eran muchos y muy grandes, nosotros éramos invisibles, además de estar locos, y los corríamos a pedradas que nunca supieron de donde les llovían.

Allí estaba hoy el mismo tipo, la misma cara de pobre malnacido, la misma esquina donde ya no hay nadie, donde desaparece poco a poco,  como un pobre fastasma excarcelado. La cara. La carita de bestia, de palurdo. Y parece que me ha reconocido, se alegraba de verme, el muy capullo.


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