La casa del arbol (capitulo nueve)



la casita no estaba nada mal. Habíamos avanzado mucho. Tenía dos plataformas de madera bastante grandes a diferentes alturas y en una de ellas habíamos conseguido colocar un sofá que encontramos en mitad de un campo de naranjas. Incluso clavamos cuadros en algunas ramas.

Era una maravilla sentarse a leer allí mientras el viento hacia oscilar el árbol peligrosamente. Pero el ser humano siempre quiere mas y yo no iba a ser menos. Debía colocar otra plataforma un poco mas alto.

—Bien, este es el plan —Dije dirigiéndome a mi hermano y a Jose Luis, que escuchaban desde la base del árbol— pasarme la plataforma, voy a colocarla en esa rama...

—¿Te refieres a la rama raquítica que podría romperse en cualquier momento? —Dijo mi hermano

—No es raquítica, puede aguantar perfectamente...

—Yo si fuera tu no la pondría ahí, esa rama no aguantará —Dijo Joseluis mientras ayudado por mi hermano levantaba la plataforma.

—Ya veréis, la fijaré con cuerdas a los lados, si se rompe la rampa, al menos la madera quedará colgando de las cuerdas.

Así lo hice y en un rato la madera estuvo fijada por varias cuerdas gruesas a las ramas altas. Aquello parecía estable así que hice la prueba final sentándome en el medio de la plataforma.

—¡Veis! ¡la rama aguanta! soy un ge... ¡¡aaaaaahhhhh!!! — De pronto la rama se partió y la plataforma quedo suspendida por varias cuerdas pero igualmente en posición vertical. Yo me sujetaba a la madera por una de los huecos, balanceandome a unos cuatro metros del suelo. Desde allí abajo inconfundible subía la risa insoportable de Joseluis que ademas aconsejaba llamar a los bomberos.

Poco a poco trepando por la madera y después por las cuerdas logre bajar del árbol. Joseluis había huido con mi hermano y seguían riéndose. Desde un montículo lejano llegaban apagadas carcajadas. Primero pensé en apedrear el montículo pero de pronto miré hacia arriba, vi el panorama. El desastre. Me imagine colgado de allí y fue inevitable unirse a ellos.


Tras esto se nos ocurrió buscar un tesoro. 

—La leyenda cuenta que fue escondido por los árabes hace mas de quinientos años...

—Yo creo que podemos encontrarlo —afirmó mi hermano seriamente.

—Yo me tengo que ir que sino mi padre me va a castigar —Dijo Joseluis.





Continuará...






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