Tierra de piel


Tu mano redibuja, reescribe y quita la cascara del huevo, alisa el entrecejo, eleva al cubo tibio donde habita el descojone, hacia el casi olvidado ritual de los portales. Tu mano  hace girar, sitúa la pupila en frente del disfraz, mudo en el solsticio, vestido quebradizo de anaconda lejano sobre el suelo. Recordando que la luna aviva cada día todas las galaxias que nadie cree que pueda guardar dentro. 
Solo tenemos (explica) esta patria de piel, nuestro templo de huesos, para partir llevando nuestros mundos al otro y dejar que colisionen.
Tu mano, tu manita, Mahler se arrodillaría para que dirigieses una de sus orquestas con esas manos aunque estuviesen llenas de barro, aunque fuesen unas manos viejas y gastadas, creo que él sabría siempre apreciar cuando unas manos bailan con el viento así de bien.
Mas allá de esas manos, eres los ojos y los pies, las raices que suben por los míos, por eso cuando me despido de tus flores no puedo evitar llorar, mi amada tierra...

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