Querida Wendy



Ayer volví a subir hasta tu ventana, no me da la gana llamar al timbre como me repites una y otra vez, me gusta la sensación que me da saber que sigo siendo capaz de hacerlo. Te escribo para avisarte de que desde que dejaste de jugar hay sombras bajo tus ojos y he visto en ellos que hace tiempo que no ven el sol sobre el mar. He estado observando desde mis arboles preferidos que ya no corres. Antes corrías sin ningún motivo y me costaba alcanzarte, había momentos en los que juraría que tus pies no tocaban el suelo. La ultima vez que pudimos hablar me dijiste algo sobre el futuro el dinero y el reloj biológico y después la conversación se volvió incomprensible, sinceramente no entendí nada, parecía como si no fueses la misma. Estuve en el rió esperando allí. Hable con Julia ¿te acuerdas de ella? vivía en la cueva cerca de la fuente, ahora toca el acordeón mejor que nunca. Te hecha de menos. Sinceramente no se que te esta pasando. Los niños perdidos y también las niñas me preguntan por ti, Anna se ha dejado crecer el pelo mucho, cada vez surfea mejor, la distingo desde la playa por ese detalle.  El otro día llegó Garfio a ofrecernos (una vez mas)  instalación gratuita de agua corriente y luz, ademas de un montón de drogas y tipos diferentes de alcohol. Una vez mas se fue refunfuñando con las manos vacías que eramos unos salvajes. Wendy, se que adoras Londres pero la ciudad no te sienta bien, vuelve con nosotros antes de que sea demasiado tarde, antes de que te olvides definitivamente de quien eres...

Atte:

Peter

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