Hada, indio y la ruta (parte dos)




Se van juntos calle abajo, entre las callejuelas medievales...
Tengo hambre Hada... dice Indio mientras observa un curioso balcón al borde del derrumbe podríamos comer algo...
Indio tu siembre tienes hambre
—¿Ya pero no hueles esos bollos recién hechos que salen de algún lugar?
Pues a mi me encantaría encontrar un restaurante hindú...
Entran en un café y piden infusiones y pequeños pasteles, allí sentados como salidos de otro siglo son la viva imagen de la felicidad. Ven acercarse a un hombre con aspecto asiático que les sonríe y se sienta cerca; de alguna extraña manera acaba leyendo el oráculo en la forma de las orejas de Hada. 
Te llevas muy mal con tu hermano...Dice muy seguro de si mismo es lo que sucede a veces con los hermanos mayores, queremos imitarlos y surge el conflicto, es algo...
No tengo hermano...
En ese caso tu madre tuvo un aborto, esta linea me habla de tu... mmm... tristeza por ser hija única...
En realidad tengo una hermana adoptada
ya lo sabía...
Perdone ¿puedo decirle algo? A indio le sorprende de pronto la seriedad de Hadamirando las bolsas de sus ojos yo diría que su madre no tuvo tiempo de sujetarlo antes de que cayese a aquel viejo retrete de gasolinera, ademas fíjese en sus manos es evidente... si, usted claramente fue criado en un zoológico, vayámonos de aquí Indio...
Lo siento señor, ella es adivina también, y ademas endemoniadamente sincera...

Dejan aquel bar y a aquella caricatura de chino farfullando incomprensiblemente camino de los baños. 
Llegan a un lugar céntrico por donde pasan rebaños de gente, Indio decide que es un buen lugar para hacer su espectáculo.
Hada lo deja allí y se va en busca de unos calcetines. Una señora se acerca a Indio y le da algunos billetes mientras le dice: 
C´est pour le chien, il besoin de manger...
Merci Madame... Lo dice sinceramente pero en la punta de su lengua se le queda un "nous aussi" vous êtes très aimable.
Subieron lentamente mientras oscurecía apoyándose el uno en la otra pensando en sus cosas o quizá no pensando en nada; con los fogonazos mentales que llegan después de un día hermoso hasta que finalmente llegaron a la caravana.
Esa noche empieza a llover.
Llueve. Para Indio esto no es una buena noticia pero a Hada le encanta. Él quiere ir a unas termas y quitarse el polvo del camino, esa idea se le ha metido en la cabeza y no deja de llover.
Al día siguiente llueve también. Hada esta luminosa, como poseída por la tormenta. Indio cada vez esta mas cansado y la idea de las termas contrasta demasiado con esa niebla que se ha instalado alrededor, con el barro y la humedad, con los viñedos reflejo de un alma que no quiere mirar, viñas siglo, viñas eternidad, viñas caricia, viñas lagrimita y pupila , viñas herida en la rodilla, viñas sangre, viñas parto, viñas adios, viñas lejanía, suspiro, ventana, fuego, viñas futuro, viñas cruz.

En un gran y absurdo impulso decide (decide él solo mientras refunfuña como una letanía que llega hasta los oídos de Hada) que ha llegado el momento de marcharse de allí, la furgoneta tarda un poco en arrancar pero finalmente arranca, solo que al dar marcha atrás el fango no la deja moverse mas de un metro. En la parte trasera seis cachorritos ladran pero sus ladridos son casi como maullidos junto a su madre, sobre capas y capas de carton, sin entender a que viene de pronto semejante alboroto.

Hada abre la puerta, se sienta junto a Indio y lo mira:
Quizá sea mejor esperar a que deje de llover...
Tras decir esto abre la puerta y se marcha dejándolo en su guerra contra si mismo y los elementos...

Indio tiene un plan, como no puede ir marcha atrás rodeará los viñedos para situarse lo mas cerca posible de la caravana y así poder sujetarla a la bola de remolque. Enganchará la caravana y saldrán de allí para no regresar jamas.
Algo falla, pues la furgoneta acaba con las dos ruedas delanteras dentro de un tremendo agujero que no ha podido evitar debido a la niebla, no puede dar marcha atrás, los perritos ladran, tampoco ir hacia delante. Sale de la furgoneta y la ve allí, inclinada como a punto de caer, se agacha, mira el cárter en contacto con la tierra, la lluvia sigue cayendo despacio.
Vuelve a la caravana derrotado, se siente estúpido pero Hada para su sorpresa esta completamente tranquila:
Todo se va a arreglar.
Esa noche Indio medita, lanza algunas plegarias y poco a poco la lluvia cesa, siente un calor dentro, una esperanza y se duerme abrazado a hada que le susurra algo de no preocuparse tanto, que se ha metido en ese lío por no tener paciencia.



Continuará...


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