El concierto de anoche, en...




Si, finalmente el concierto de anoche no fue en la boulangerie. Solo eramos siete, un numero muy leve como para que los trabajadores de la tienda de ropa, después de una dura jornada de trabajo pudieran mantener sus parpados abiertos. El concierto se canceló... ¿que son siete personas verdad? solo son siete... pero para mi eran mucho mas que siete, mucho mas que un numero.  La gente que vino ayer eran mis amigos, gente luchadora con historias increíbles que contar; con un tercio de la historia del ultimo viaje de uno de ellos podríamos haber estado tres horas. Así que decidimos buscar otro lugar. El lugar elegido fue "la plaza de la Virgen", pero como el suelo estaba todo mojado tuvimos que desplazarnos hasta un lugar donde todo el mundo se pudiera sentar.
Allí, finalmente, enfrente del Miguelete; con su gran torre observando la ciudad, junto a la casa del reloj que tanto me llena de curiosidad. Eran siete y empezó el concierto, para mi sorpresa la gente se detenía, se abrigaban los cuellos y trataban de aguantar el frió del mármol bajo sus traseros y la humedad imperante para escuchar aquellas canciones que un loco dejaba volar hacia una noche imposible. 
Canción tras canción ellos seguían allí y yo cada vez que los miraba sentía mas fuerza, pues allí estaban junto con otras personas que estoicamente se empecinaban en escuchar aquello. Llegó el momento de los poemas y alguna gente mas se detuvo, un anciano rondaba buscando quien sabe qué y dirigiendo su mirada a veces hacía mi, a veces hacía arriba del Miguelete...
la gente pasaba deprisa en busca de calor, si hubiese tenido algunas estufas no dudo de que habría tenido un publico inmenso pero a veces las cosas mas bellas están en cumbres complicadas.
Los poemas y la música se desarrollaban uno tras otro hasta que el concierto finalizó. Todos nos abrazamos incluidas esas personas que se habían ido congregando alrededor; hasta una de ellas constato que le había hecho llorar ¿acaso no se merecía que le regalase un disco?. Las personas no son números, no son monedas, las personas son sagradas y si hubiese venido una  sola persona a mi concierto sin duda habría dado el mismo solo para ella. Agradecido quedo a la vida por haberos encontrado anoche, y porque misteriosamente alguien me invitase a cenar una galette Bretona... la vida tiene su curiosa forma de enviar señales.
Os advierto ya de que el siguiente será en un lugar extraño pero maravilloso, os mantendré informados... 





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