Yo solo digo

 




Yo solo digo qué:

—Existe una raíz buscando los tobillos de la gente, una raíz que viaja y serpentea.

Viaja desde lejos, con memoria larga, es incansable. Roza el cielo de la selva, hasta lo impenetrable, donde espera el yacaré, silba el Waorani.

Solo digo:

—La gente necesita la raíz, porque se han olvidado del idioma cantado, de su canción de fuego, brasa, madrugada. Por eso la raíz viaja, serpentea, abriéndose caminos, atajos, pliego al tiempo.

Hay gente, sí, que sabe, que la intuye, atraviesan el mar para escapar del nombre que susurra. Luego cuando la noche y la taberna invita, hablan de ella, la anhelan, cuentan que saldrán en cuanto el tiempo invite a enfrentar lo que tenga que decirles. Ella espera bajo la nieve y todo el firmamento, a que se abra la puerta del bar donde te escondes.

Y cuando vuelves solo, bajo la débil luz de las estrellas, esa raíz te canta los nombres olvidados, los idiomas rotos, señala sobre el mapa adonde está tu casa.

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