Querido Mauri




Esta es una carta escéptica. No me creo que hayas muerto, y menos de esa manera, no era tu estilo... ¿o tal vez si lo era?. Largarte así, sin decir nada, dejándonos a todos, de un extremo a otro del mundo por el que pasaste como una exhalación, como si nos acabasen de dar con una mano de hielo en las mejillas. No me lo creo. Así que como después de mucho darle vueltas he llegado a la conclusión de que te hartaste de todo e inspirado en Jeff Bucley dejaste tu ropa flotando sobre el rió. Ya sabes donde encontrarme, siempre ando por los mismos lugares, aquellos donde cantábamos hasta quedarnos sin voz. Una vez, viendo que me empeñaba en aprender a tocar unos acordes complicados, me dijiste:
—Flaco, si querés aprender a tocar, no la sueltes. Fue un gran consejo, que de vez en cuando le doy a quien me pregunta como aprender a tocar la guitarra.
 No sabía si escribirte porque pensaba que era absurdo. Pero ahora he comprendido qué conociéndote, cabe la posibilidad de que lo leas, aunque sea desde un plano superpuesto. Te quiero amigo, eras una inspiración. Recuerdo cuando me dijiste que te marchabas a dar la vuelta al mundo y no llevabas ni un saco de dormir. Me fui corriendo y te traje tres mantas que según me contaste luego, te salvaron la vida en París, a donde llegaste en manga corta previsiblemente. Me acuerdo una de las veces que te largaste de golpe, con un grupo de hijos de puta que te abandonaron en Italia... Te lo advertí, te dije que eran unos capullos, que los había calado nada mas verlos, pero tu eras un niño, con esos ojos azules infinitos llenos de bondad. Eras un niño como yo, y los dos debatíamos durante horas acerca de las múltiples posibilidades, de la física cuántica, de llevar a la practica las filosofías sobre las que divagábamos metidos en una tienda de campaña, escondida en medio de la ciudad. No entiendo que hacías tratando de vivir en un lugar sin sol (¿quizá por eso tu canción?). Tan al norte... no se si los glaciares te llenaron el corazón de frió y por eso no te moviste mas de esa ciudad. ¿que habría allí que pudiera detener tus pasos?. Todo esto es un misterio y quizá algún día viaje a Leipzig, te tuvo que gustar mucho, yo nunca he estado, tiene que ser increíble.
Lo dicho amigo, sabes donde encontrarme, puedes aparecer con tu nueva identidad que yo sabre ver tu alma en el fondo del disfraz. Puedes aparecer con una barba larguísima y con la piel pintada de otro color. Puedes reencarnar en otro ser, que yo siempre sabré reconocerte. Adiós amigo.


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